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PALACIO DEL ALMIRANTE

(La casa del Almirante)



Una de las mansiones que mejor han mantenido el carácter palaciego de la aristocracia surgida con la conquista fue la Casa del Almirante. Verdadera obra maestra de la arquitectura civil cusqueña. Su nombre proviene de uno de sus más célebres propietarios, el Almirante Francisco Alderete Maldonado, quien ocupó la casa hasta su muerte en 1643. 


Posteriormente, fue sede del Arzobispado, y luego efímero palacio del último virrey del Perú y Casa de Gobierno del mariscal Santa Cruz bajo la Confederación Peruano- Boliviana. Ya en el siglo XX fue adquirida por la Universidad Nacional San Antonio Abad y, finalmente, destinada como sede del Museo Inca, que alberga una importante colección arqueológica que incluye piezas de cerámica, de orfebrería, tejidos y momias. 


Al igual que otras casas del siglo XVI, en su exterior ostenta el muro incaico original. La portada renacentista, situada en esquina, está entre las mejores de la ciudad. Flanquean la entrada florones de origen plateresco y columnas corintias de fuste estriado. Encima de la puerta, dos escudos de piedra contienen las armas nobiliarias de los Alderete y Maldonado.

Una celada guerrera blandiendo una espada resguarda los escudos y confirma la condición militar de su antiguo ocupante. 


En el segundo piso, una ventana ajimezada, igualmente de piedra, parece inspirarse en las mansiones extremeñas de la época de la conquista. La figura bifronte que hace las veces de columna en la esquina, es un detalle decorativo de estirpe manierista, seguramente tomado de algún tratado europeo. Otra ventana, de forma trilobulada, adorna el frente de la casa y presenta los mismos motivos de florones y cuadrifolias que aparecen en las portadas. 


Sólo al trasponer el zaguán, dispuesto en un extremo de la fachada, se descubre el patio único. Este sobresale por la pureza clásica de su diseño, similar en algunos detalles al claustro de San Francisco. A diferencia de otras casonas cusqueñas, aquí las arquerías ocupan los cuatro ángulos. La decoración principal del patio son medallones en relieve con personajes de la antigüedad clásica sobre las enjutas de los arcos. 


Estos son de piedra y su descanso están resguardados por las figuras escultóricas de un león, cuya figura se ve reiterada en una pintura mural allí mismo descubierta en años recientes. Tanto la caja de la escalera como algunos ambientes de la planta alta conservan notables artesonados de madera. Los de mayor categoría artística se encuentran en el antiguo salón principal y constan de casetas multicolores de forma octogonal que se inspiran en diseños del tratado de Serlio. Varios de ellos fueron reformados en la segunda mitad del siglo XVIII por el propietario de entonces, Diego del Barrio y Mendoza.

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